Llevo casi 8 meses en paro, y no es la primera vez. Llevo la cuenta como si fuera una condena que parece no tener fin. Hay días que te levantas con ánimo, con ganas de comerte el mundo. En cambio, hay días que no tienes ganas de levantarte de la cama. Son días en los que te tapas bajo las sábanas esperando a que pasen.
Vives pegado al móvil, y al correo electrónico. Pendiente de ver si el móvil funciona bien para recibir llamadas y de si alguna empresa te responde, aunque sea , que tu currículum ha llegado bien, porque no suelen responder y eso no te ayuda. Pero intentas no perder la esperanza.